Acaricié y besé cada centímetro de su piel como si quisiera memorizarlo de por vida. Él no tenía prisa y respondía al tacto de mis manos y mis labios con suaves gemidos que me guiaban. Luego me hizo tenderme sobre el lecho y cubrió mi cuerpo con el suyo hasta que sentí que cada poro me quemaba. Posé mis manos en su espalda y recorrí aquella línea milagrosa que marcaba su columna. Su mirada impenetrable me observaba a apenas unos centímetros de mi rostro.
El juego del ángel-Carlos Ruíz Zafón.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Recuerdos.

Son tan pequeñas las cosas que echo de menos...
Salir en el recreo y no veros, no poder hacer planes para el fin de semana, allí, sentadas en la hierba o de pie porque está mojada. O perder recreos y recreos en la biblioteca repasando vuestros examenes y aprendiendo cosas gracias a vosotras. O algunas que otras pellas jugando a las cartas. De acompañaros a la salida de clase para volver a ver a las que no veo en el instituto y contarnos las novedades que han podido pasar en esas tres horas que llevábamos sin vernos, y despedirnos con un ¡hasta mañana! mientras nos reíamos por cualquier cosa.
Echo de menos hasta cuando me enfadaba porque nos pegábamos y nos hacíamos daño.

Y no es sólo el instituto, ¿qué hago yo sin vosotras en voley? ¿Dónde están esos piques entre los equipos? Un somos las mejores, no nos intenteis superar, y las risas que venían después. 

O tantas tardes dando vueltas y vueltas por nuestro pueblo, sin nada que hacer, con una bolsa de revuelto comprada con los centimillos que entre todas podíamos juntar, contándonos nuestras cosas, hasta las que ya nos sabíamos de memoria, pero tan contentas.


Os echo tanto de menos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario