Acaricié y besé cada centímetro de su piel como si quisiera memorizarlo de por vida. Él no tenía prisa y respondía al tacto de mis manos y mis labios con suaves gemidos que me guiaban. Luego me hizo tenderme sobre el lecho y cubrió mi cuerpo con el suyo hasta que sentí que cada poro me quemaba. Posé mis manos en su espalda y recorrí aquella línea milagrosa que marcaba su columna. Su mirada impenetrable me observaba a apenas unos centímetros de mi rostro.
El juego del ángel-Carlos Ruíz Zafón.

lunes, 23 de mayo de 2011

Giran las nubes... sobre el café al aire libre y te preguntas quién eres, si eres tú el que empuja hacia delante el corazón y la ardua tarea de ser una mujer y de no saber qué te deparará el futuro.
Claudio Baglioni - La vida es ahora

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