Acaricié y besé cada centímetro de su piel como si quisiera memorizarlo de por vida. Él no tenía prisa y respondía al tacto de mis manos y mis labios con suaves gemidos que me guiaban. Luego me hizo tenderme sobre el lecho y cubrió mi cuerpo con el suyo hasta que sentí que cada poro me quemaba. Posé mis manos en su espalda y recorrí aquella línea milagrosa que marcaba su columna. Su mirada impenetrable me observaba a apenas unos centímetros de mi rostro.
El juego del ángel-Carlos Ruíz Zafón.

jueves, 26 de mayo de 2011

Lions.

La vida es una lucha de leones. Levanta la cabeza, echa los hombros hacia atrás, camina con orgullo, no te lamas las heridas, celébralas. Las cicatrices de tu cuerpo son la marca del campeón.
Y si has estado en una pelea de leones que no hayas ganado, no significa que no sepas rugir.

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