Acaricié y besé cada centímetro de su piel como si quisiera memorizarlo de por vida. Él no tenía prisa y respondía al tacto de mis manos y mis labios con suaves gemidos que me guiaban. Luego me hizo tenderme sobre el lecho y cubrió mi cuerpo con el suyo hasta que sentí que cada poro me quemaba. Posé mis manos en su espalda y recorrí aquella línea milagrosa que marcaba su columna. Su mirada impenetrable me observaba a apenas unos centímetros de mi rostro.
El juego del ángel-Carlos Ruíz Zafón.

sábado, 28 de mayo de 2011

El amor es más que un entretenimiento, más que un ejercicio intelectual que agudiza la sensibilidad y despierta el espíritu. Es una necesidad imprescindible para que la civilización siga existiendo, renovándose y conservando en nosotros lo mejor del ser humano.
Un mundo sin amor sería como un mundo sin deseos, sin ideales, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de uno mismo y mudarse en otro, en él o ella, modelados con la arcilla de nuestros sueños.

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